Y la gente mira...
Algunos descaradamente clavan la miranda en mi instrumento.
-¿que es un saxo? pregunta algún palurdo
-no, un corno- respondo secamente
Pasa la conmoción de ver a un joven apuesto músico, y los pasajeros vuelven a su rutina:
los lectores de diarios; las estudiantes, vestidas de guardapolvo, de la facultad de medicina, que no suelen leer en el subte ( a diferencia de la gente de púan que necesita resaltar su intelectualidad) ; después tenemos a las personas obesas, que junto con mi corno , formamos parte de el estorbo de subte. Recaen en nosotros miradas furtivas, a veces desprecio y en ocasiones compasión por nuestro esfuerzo en desplazarnos.
Si, los músicos y los gordos tenemos mucho en común.
Hay muchos músicos en la línea d.. Están los guitarristas que siempre abundan en cualquier lado y los músicos enserio, sobresaliendo las chelistas;
Tenemos a los viejos, que suelen lograr su cometido en la vida: dar lastima por conseguir un asiento. Y cuando lo consiguen les viene un orgullo jovial y niegan su derecho a sentarse. Pero niegan solo una vez. Podría decirse que ya es un formalismo negar el primer ofrecimiento y aceptar a la segunda vez;
Los vendedores que a diferencia de otras líneas de trenes y subtes (como el sarmiento) tienen piernas y usan las eses con bastante regularidad (es que estamos en Palermo, ahí los pobres son top, vio);
Los que se tapan los oídos por el molesto chirrido de las vías, que se dividen en dos tipos: los que ponen caras teatrales de sufrimiento y los que hacen del hecho un episodio mas de su inconciente rutina;
los niños con estampitas, que uno por mas hijo de puta que sea, no puede evitar sentir lastima, y entrar en el dilema de no darles plata o darles y correr el riesgo de que sus padres se la saquen (actúese de cualquiera de las dos formas, uno se siente mal) Quisas habría que matarlos de chiquitos, o por ahí redistribuir las riquezas y hacer un plan social mas justo, brindándoles una mejor educación y prohibiendo el trabajo a los menores.. , no lo se, no me gusta la política;
extranjeros, muy reconocibles por sus portaciones: diccionario de chino- español, guías T, idioma, rasgos físicos etc.
Es un mundo heterogéneo, como toda capital.. Pero en el subte uno comparte algo. Hay un factor común. Estamos juntos bajo tierra yendo hacia el mismo destino. Sufriendo los mismos ruidos, padeciendo la misma gente, estorbando y siendo estorbados.
Muchos nos parecemos, otros tantos se parecen entre si. Pero juntos, la sumatoria del total, producimos ese clima tan porteño, con un disconformismo característico y la pesadumbres a la vida sacrificada. Quizás deberíamos dejar de padecer por todo y darnos cuenta que lo lindo de la vida es justamente eso: sufrir, fatigarse, transpirar, ahogarse, ver la desigualdad social y económica y la crisis de los proyectos éticos e igualitarios de la modernidad. Respiremos devuelta, esta ves pensando, que no va a estar bueno Buenos Aires.
Claudio Bande